lunes, 17 de marzo de 2014

HORA SANTA DELANTE DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR

“Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”.(Mt28,20)

La hora Santa consiste en la exposición y adoración del Santísimo Sacramento del Altar, de La Eucaristía. La forma sagrada, es decir, Jesús mismo, es colocado en la custodia, que es una pieza de oro o de otro metal precioso. La hora santa es una práctica de origen divino. La Eucaristía es el corazón del culto católico. Aunque la forma más obvia de obtener la Eucaristía es yendo a misa, otra manera de acercarse a Dios es realizando una Hora Santa para la adoración del Santísimo Sacramento. Este tiempo de permanencia en presencia física de Cristo es una ocasión propicia para la oración, la meditación y la adoración. En una de sus apariciones a Santa Margarita María de Alacoque Jesús le dijo; “Todas las noches del jueves al viernes te haré participar de la mortal tristeza que quise padecer en el Huerto de los Olivos; tristeza que te reducirá a una especie de agonía más difícil de soportar que la muerte. Y para acompañarme en aquella humilde plegaria, que entonces presenté a mi Padre, te postrarás con la faz en tierra, deseosa de aplacar la cólera divina y en demanda de perdón por los pecadores”.    Estando de rodillas, figúrate estar a la entrada del huerto de los Olivos, de aquel huerto testigo de los inmensos dolores de un Dios Redentor… Besa la tierra como si verdaderamente fuera la de ese misterioso jardín. Haz de todo corazón actos de fe, esperanza y caridad, y reza, penetrado de dolor por tus pecados, reconociéndote indigno de pasar una hora con Jesús agonizante. Toda persona que pasa una hora de adoración ante Jesús en el Sacramento de la Sagrada Eucaristía, desarrolla una relación personal con Jesús y crece en amor y santidad. Un tiempo de silencio con nuestro Señor en la adoración, permite que lo escuchemos y reconozcamos Su voz cuando nos habla a nuestro corazón.  La Hora Santa es una oportunidad magnífica para hacer ese silencio interior en el que el Señor nos habla especialmente. Esto se logra de variar maneras. La Hora Santa rezada en la Iglesia, tiene la ventaja de la presencia del Señor en el Santísimo Sacramento, y la Iglesia es el lugar natural para la oración. En la Adoración Eucarística, estamos delante de Jesús así como los ángeles y los santos están delante de El en el cielo, y así como ellos se alegran por adorarlo, también nosotros nos alegramos y agradecemos que nos haya llamado a estar delante de Él.


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