Domingo de Ramos
Con el Domingo de Ramos se inicia la Semana Santa, y en
este día se recuerda la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, aclamado por la
multitud, días antes de su pasión, muerte y resurrección.
Algunos 450-500
años antes, el profeta Zacarías había profetizado: "Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de
Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando
sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna." (Zacarías 9:9). Es simbólicamente la “puerta de entrada” en
la que los cristianos se preparan para entrar en la Semana Santa y, por tanto,
para dirigirse a la Pascua. En esta fecha es tradición la misa de Domingo de
Ramos y el rito de la procesión de las palmas, en que se bendicen los ramos con
los que se aclama al Señor.
Los ramos no son un simple objeto bendito, son el signo de la
participación gozosa en el rito procesional, expresión de la fe de la Iglesia
en Cristo, Mesías y Señor, que va hacia la muerte para la salvación de todos
los hombres. Por eso, este domingo tiene un doble carácter, de gloria y de
sufrimiento, que es lo
propio del Misterio
Pascual.Aclaman a Jesús a las voces “Bendito el que viene en nombre del
Señor” y “Hosanna” (en hebreo, esto significa literalmente “¡Salva, pues!”, y
se ha convertido en una exclamación de triunfo pero también de alegría y de
confianza).
El color litúrgico del Domingo de Ramos
es el rojo,
debido a que se celebra
la Pasión
de Cristo.El olivo es el árbol
típico de la región donde vivió Jesús. Por eso los habitantes de Jerusalén
salieron al encuentro de Jesús con ramos de olivo. Diversos testimonios
revelan que Jerusalén ya celebraba en el siglo IV la entrada triunfal de Jesús
en la ciudad. Una peregrina llamada Egeria, que recorrió Tierra Santa en el año
380, da testimonio de ello en un manuscrito hallado en 1884. Desde Jerusalén,
la procesión se extiende al mundo entero… Egeria, o Eteria, nos describe la
procesión que, del Monte de los Olivos al Santo Sepulcro, celebra la entrada triunfal
de Jesús en Jerusalén: “Y ya, cuando
comienza a ser la hora undécima (17h), se lee aquel pasaje del Evangelio,
cuando los niños con ramos y palmas salieron al encuentro del Señor diciendo:
“Bendito el que viene en el nombre del Señor”. A continuación se levanta el
obispo y todo el pueblo, se va a pie desde lo alto del Monte de los Olivos,
marchando delante con himnos y antífonas, respondiendo siempre: “Bendito el que
viene en el nombre del Señor”. En su testimonio, Egeria insiste en la gran
participación de niños en esta procesión: “Todos los niños que hay por aquellos
lugares, incluso los que no saben andar por su corta edad, van sobre los
hombros de sus padres, llevando ramos, unos de palmas, y otros, ramas de
olivo”.
No fue sino hasta los siglos VI y VII que fue añadida la bendición
ritual de las palmas. Una procesión en la mañana reemplazó a la nocturna, y
para el siglo VIII la Iglesia Occidental celebraba "Dominica in
Palmis" o "Domingo de Ramos."
En el más sencillo de los términos, el Domingo de Ramos es
una oportunidad para reflexionar sobre la última semana de la vida de Jesús.
Jesús no negó la imagen que la multitud esperaba, el cumplimiento de las
esperanzas de Israel de que sería su rey terrenal, destruyendo el gobierno
romano. En vez de eso, Jesús entró humildemente en Jerusalén para dar Su vida
en una cruz, salvando a la humanidad del pecado y la muerte. Un día, Jesús
regresará gloriosamente como un poderoso guerrero en batalla (Apocalipsis
19:11-16).
El Domingo de Ramos sirve como una preparación del corazón
para la agonía de Su Pasión y la alegría de Su Resurrección.